Quisiera comenzar diciendo que la vida del piloto de avión de combate es especial, pero eso supongo que ya lo saben.
Somos seres humanos iguales que los demás, pero hemos tenido la suerte de que se dieran las circunstancias para poder tener la oportunidad y la responsabilidad de pilotar un arma de guerra tan sofisticada como el F-16 a velocidades, en algunos casos, de mas del doble de la velocidad del sonido y de sentirnos parte de esa máquina increíblemente llena de tecnología.
Oportunidad porque no todos los pilotos de la Fuerza Aérea llegan a superar todas las etapas de un riguroso entrenamiento que día a día, te va poniendo pruebas cada vez mas difíciles, hasta que llega el día tan anhelado en el que recibes tu escarapela de clasificación en el avión de combate al que te destinan.
Y una responsabilidad, porque tu país ha depositado en ti, su defensa y su seguridad.
Mi experiencia en el F-16 fue y será inolvidable, sin lugar a dudas la mejor que he tenido como piloto. Fueron muchos vuelos llenos de emociones, donde la toma de decisiones tenía que ser prácticamente por reflejo ya que no dispones de tiempo… un segundo era demasiado.
