Con frecuencia se escucha a algunas personas decir que tienen temor a volar. Lejos de que la causa esté en el miedo a las alturas o incluso a las fallas mecánicas, encontramos como denominador común la aversión a la turbulencia.
La turbulencia se define como un flujo de aire desordenado, que puede ser tanto en sentido vertical (corrientes ascendentes) como horizontal (vientos fuertes). Los elementos que más influyen son los cambios abruptos en la dirección y en la intensidad del movimiento de moléculas de aire.
Éste fenómeno es algo tan natural como la presencia de nubes y las precipitaciones. Las aeronaves están diseñadas para soportar la turbulencia y los pilotos están entrenados para amortiguar sus efectos durante el vuelo.
El riesgo principal de la turbulencia estriba en que puede imponer cargas estructurales a la aeronave, para lo cual existe una velocidad especificada por el fabricante, con lo cual se garantiza que se mantenga dentro de los límites de diseño.
Esta velocidad conocida como (Va) o "velocidad de maniobra" es, junto con algunos procedimientos de vuelo, lo que aplican los pilotos para mitigar lo anteriormente dicho.
La Turbulencia en general puede tener diferentes orígenes que van desde la interacción del aire con las montañas o los elementos presentes en superficie, hasta las corrientes de aire caliente causadas por días soleados o torbellinos en estela producidos en las puntas de las alas de aeronaves especialmente pesadas.
La parte más difícil de anticipar es la reacción psico-emocional con la que cada persona reacciona ante los cambios de aceleración de la aeronave, que se perciben desde pequeños movimientos o vibraciones, hasta fuertes sacudidas que requieren que tanto pasajeros como objetos se encuentren bien asegurados.
Es por esto que, en lo que respecta a la intensidad de la turbulencia, existe una clasificación que inicia en "leve" pero que crece a "moderada", "fuerte" y finalmente "severa". Cada uno de estos niveles tienen distintos efectos no solo en la aeronave sino en los pasajeros.
La aparente sensación desagradable que puedan sentir, depende fundamentalmente del Sistema vestibular, responsable de nuestro equilibrio, y que se nutre de tres "fuentes de información": el oído interno, el sistema visual y los Propioceptores, que son receptores repartidos en todo el cuerpo.
Sin embargo, es la interpretación personal que se le dá a cada una de esas sensaciónes, la que termina condicionando su respuesta y para lo cual existen multiples abordajes para aminorar la hiper sensibilidad.
Quizás sea un buen momento para sugerir un vuelo de demostración en el que las condiciones controladas, sumadas a un buen clima, puedan afectar positivamente a más de uno y ....quién sabe ? Podríamos tener entre nosotros un Piloto en potencia que aún no hemos descubierto !!
Hasta la próxima amigos!!
Cap. José A. Romero.
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