La tica Nathalie Jiménez ahora vuela en la cabina de un avión de United Airlines. La costarricense es parte del equipo de pilotos de la compañía estadounidense y escogió hacer la ruta entre Newark y el Juan Santamaría para sentirse cerca de su país.
Desde que estaba en el kínder, Nathalie Jiménez Rodríguez tenía claro hacia dónde ver: el cielo. No importaba donde estuviera, aquella niña miraba al firmamento con ese deseo de volar.
Y lo logró. Este 11 de agosto por la noche aterrizó por primera vez en el Juan Santamaría como copiloto de United Airlines, la línea aérea estadounidense. Ella pudo haber escogido otra ruta de vuelo, pero eligió la que más cercana estaba a su corazón, la que le permitirá ir y venir entre su patria y su nuevo hogar.
El camino no fue fácil, pero ella quiso compartir su historia para mostrar que los sueños pueden cumplirse y que a veces son necesarios los saltos de fe para alcanzarlos.
“Estoy viviendo un sueño, incluso de muchos pilotos estadounidenses. El anhelo de muchos es trabajar para una de las tres grandes aerolíneas (Delta, American o United) y yo lo logré. Es mucho el agradecimiento”, recalcó esta oriunda de Tres Ríos, en La Unión.
Los juegos de Nathalie tenían los aviones involucrados. Sus dibujos también. En la casa de sus padres tiene enmarcado lo que dibujó a sus ocho años con un avión como protagonista.
“Nunca me imaginé haciendo otra cosa. En el kínder y en la escuela me decían ‘es que Nathalie siempre pasa viendo para arriba’, ¡cómo no, si era mi sueño!”, recordó. Al salir del colegio buscó lo posible para comenzar a patentar ese sueño.
Comenzó a estudiar Ingeniería Eléctrica, pero eso no la llenaba, el cielo la seguía llamando. Dejó la carrera para formarse como piloto en el aeropuerto Tobías Bolaños. Se graduó, pero el trabajo no llegaba. Consiguió entonces un puesto como controladora aérea.
“Era un medio para entrar a la academia de aviación y pagarme los estudios, y buscar dar el salto para trabajar como piloto. Ahí estuve 13 años, pero la gente me veía como Nathalie la controladora, no Nathalie la piloto. Y eso no era lo que yo quería”, aseveró.
Llegó el momento en el que cayó en la cuenta de que en Costa Rica no lo lograría y renunció a su plaza en propiedad en Aviación Civil. Se fue a vivir a Estados Unidos para perseguir ese sueño. Eso fue en 2013. No fue solo migrar, también tuvo que volver a cursar la carrera y comenzar a conocer personas.
“Me hice un plan para vivir con ahorros en el tiempo que iba a estar sin trabajo y salí. La gente no podía creerlo. Muchos me dijeron que no lo iba a lograr.
El primer año no trabajé en nada de esto. Fui niñera, fui empleada doméstica y poco a poco fui conociendo gente”, subrayó la piloto, de 39 años.
Unos amigos que tenía en Florida le abrieron las puertas de su casa, le dieron sus primeros trabajos. Ella se iba a todos los aeropuertos de Florida a buscar trabajo y buscando gente para ver cómo podría ubicarse.
“Poco a poco, la vida y Dios me fueron llevando. Hoy tengo una posición que muchos pilotos se desean. Es una prueba de que hay que soñar y seguir los sueños. En Costa Rica me cerraron las puertas, mucha gente me dijo que aquí en Estados Unidos no iba a lograrlo, y aquí estoy”, añadió.
Estudió y su primer trabajo fue en aviones pequeños de 12 o 13 pasajeros, pero constituyeron un reto en sí mismo. Estaba en Washington D. C. y tuvo que volar y aterrizar en medio de la nieve, algo que en Costa Rica nunca se ve.
Este tipo de trabajos, la llenaban de orgullo a ella y a su familia. Uno de los tesoros que más guarda es la imagen de un mensaje de texto de su abuelo a su madre. El ya falleció, pero vio a su nieta cumplir su sueño.
“No me vio llegar a United, pero sí volar y sé que eso lo hizo muy feliz”, admitió. Posteriormente, pasó a la ruta local de American Airlines y ahí voló otros cuatro años. Comenzó como copiloto, poco después de un año se hizo capitana y ahí estuvo más de dos años.
Sin embargo, su anhelo de estar en una de las aerolíneas más importantes se mantenía. Y ya había aplicado para United Airlines. En enero le llegó el correo convocándola a entrevista.
“Yo no podía creerlo. Estaba en el otro trabajo, estacioné el avión y encendí el teléfono y no podía creerlo. Sentí como que me había caído de un quinto piso”, rememoró.
“Me preparé muchísimo, sabía lo competitiva de la empresa. Para complicarlo, me dio covid-19 justo en la semana de la entrevista. Tuve que pedir reprogramación, afortunadamente no pasó mucho tiempo para llegar a la entrevista”, agregó. Esa entrevista fue en febrero. A los dos días le llegó la noticia afirmativa. Ella estaba almorzando con un amigo en Florida cuando vio el correo.
“Comencé a llorar, a llamar a mi mamá y a mis amigos. En dos semanas ya estaba en la capacitación. Ya para marzo estaba ahí”, comentó. Comenzó la capacitación en un grupo de 80 personas en donde solo había cinco mujeres, pero aseguró que nunca encontró machismo.
La fecha de su primer vuelo a Costa Rica llegó este jueves 11 de agosto, cuando aterrizó en el Juan Santamaría, aunque esta vez fue como copiloto. El ingreso a United es como copiloto, primer oficial, pero su meta es ser capitana. El requisito para ser capitana es tener 500 horas en el avión y al menos un año en la compañía.
Su lugar de trabajo la espera en Newark, en Nueva Jersey, pero ella no dejará de vivir en Florida, ahí está su hogar y se siente más cerca de Costa Rica.
“Yo para llegar a mi trabajo tengo que montarme en un avión. Entonces, en lugar de manejar, me monto en un avión de pasajera. Esa va a ser mi rutina. Voy a durar de cuatro a cinco horas solo para llegar a mi lugar de trabajo. La gente que se queja de las presas de Cartago a San José duran menos que yo”, dijo entre risas.
En el futuro se ve volando, como siempre lo soñó, porque a la larga, a sus 39 años, sabe que sigue siendo esa niña que todo el tiempo veía al cielo.
FUENTE: La Nación
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