Recientemente estuve mirando en televisión la película Aftermath, protagonizada por Arnold Swartzeneger y basada en un hecho real acontecido en el 2002, cuando dos aeronaves chocaron en pleno vuelo en la frontera entre Alemania y Suiza.
El accidente conocido como la tragedia en el lago Constanza, involucró un Boeing 757 de la compañía DHL con solo dos tripulantes abordo y un Tupolev 154 de Bashkirian Airlines en el que viajaban 69 ocupantes.
Resulta por demás impresionante que en años tan recientes ocurran accidentes tan grandes por razones que resultan difíciles de entender, cuando la avanzada tecnología ya ha desarrollado entre otras cosas los sistemas anti colisión como el TCAS. El dramático suceso se dio cuando un Controlador Aéreo en tierra, saturado de trabajo, instruyó al avión ruso de forma contraria a lo que la resolución de vuelo procedente del TCAS indicaba.
Mas adelante, el mismo controlador resultaría asesinado por uno de los parientes de las víctimas, incrementando el número de víctimas provocadas por tan lamentable suceso. Todo lo anterior me hizo recordar la existencia de las altitudes reglamentarias en vuelo y la razón de ser de las separaciones mínimas verticales incluso en ascensos y descensos.
En el vuelo visual, dichas separaciones son de 1000 pies, entre aeronaves que viajan en sentido contrario por la misma ruta, obedeciendo a una regla de altitudes pares e impares (más 500 pies) que aplica desde cerca del nivel del suelo hasta los 18.000 pies sobre el nivel del mar.
A mayores altitudes, los vuelos deben operar bajo reglamentos instrumentales y hasta principios de los años 90, la precisión de los altímetros a grandes altitudes se degradaba.
Dicha realidad provocaba que las separaciones por encima del nivel de vuelo 290 (Que corresponde a 29, 000 pies) hasta el nivel 410 (41,000 pies), fueran mandatóriamente de 2000 pies entre aeronaves que circulaban en sentido contrario. La regla se mantiene hasta nuestros días, para todas aquellas aeronaves que no se encuentren certificadas para vuelo RVSM.
Este programa y concepto de vuelo es conocido como la Separación vertical reducida mínima por sus siglas en inglés y consiste en la posibilidad de volar con separaciones verticales de 1000 pies entre aeronaves, siempre y cuando se cumpla con procesos de certificación tanto de aeronaves como de tripulaciones.
A pesar de que el avance de la tecnología y la precisión que se derivó de las ADC/s (Air Data Computers), mejores altímetros y pilotos automáticos era una realidad a finales de los años 90, no fue sino hasta el 2005 que se implementó en todo el hemisferio occidental este procedimiento, el cual sin duda permitió duplicar las operaciones aéreas en zonas de alta densidad de tráfico aéreo.
Si bien las certificaciones de aeronavegabilidad, la aplicación de alta tecnología con mayor precisión y los nuevos procedimientos de vuelo pretenden reducir la posibilidad de accidentes como los que hemos comentado, siempre será necesario considerar el factor humano involucrado en los procesos de toma de decisión, especialmente cuando esté de por medio la interacción con otros seres humanos y las aeronaves que comandan.
Hasta la próxima amigos !!
Cap. José A Romero.
Excelentes e importantísimos aportes para el vuelo seguro.