Las cenizas volcánicas son básicamente partículas vítreas duras y rocas pulverizadas altamente abrasivas. Están compuestas por materiales silíceos cuyo punto de fusión es inferior a la temperatura de funcionamiento de un reactor en crucero. Adicionalmente a las cenizas, se desprenden gases como el dióxido de azufre y cloro que mezclados con el agua en suspensión en la atmósfera, producen sustancias potencialmente peligrosas, tanto para la aeronave como para la salud de los ocupantes de la misma, estos productos son el ácido sulfúrico y ácido clorhídrico

Los efectos adversos generados en la aeronave pueden ser muy diversos, desde afectación de la célula hasta obstrucción de los sistemas de ventilación…
Como hemos mencionado anteriormente, el poder altamente abrasivo de las cenizas puede llegar a generar erosiones en el fuselaje, alas, empenage de cola y álabes de motor fundamentalmente.
Puede generarse una pérdida de visión de menor o mayor grado a través de los cristales de “cockpit” por lo que afecta gravemente a la seguridad operacional de la aeronave. Además, debido al impacto de las partículas con los cristales de la aeronave se producen descargas eléctricas y generan el efecto FUEGO DE SAN TELMO, básicamente son unos “chisporroteos” en el entorno de las ventanas de “cockpit”. También puede formarse un resplandor en el área de entrada de los motores y borde de ataque de los planos.